jueves, 7 de agosto de 2008

Sueño
Que ya no es tierra lo que tengo a mis pies
Sólo es agua.
Me sostiene, me lleva;
Y cuando el día conversa con la noche
Me aguarda.
El mar me toma entre sus brazos,
Y me mece, suavemente, y canta.
Sé que espera que comprenda sus amores
Y que me arrastra, me quiere,
Me hunde al fondo con sus algas,
Y me desea cubrir, mas no me mata.
Sé que añora que lo ame y lo comprenda
Y me quiere llevar, pero me aterra.
Sin embargo yo seré su amada,
Y la luna tendrá celos de la tarde
Y el sol me odiará en sus rayos esmeraldas
Mas yo seré feliz, flotaré en el agua…
Sueño, y mi sueño es la espuma
Del mar que me arrastra
Pero algún día flotaré
Mas flotaré en la nada
Montando soledad, riñendo con el tiempo
(alegrías verdaderas: pensamientos que se van)
rozando el canto del amor con el cuerpo,
inspirando con el alma al gran Dios divino,
añoro suspenderme entre cielo y mar.
Dudo si es sensible o fría consistencia
Esta que me forma (sin saber qué formará)
Luciendo una niñez quizás ya muerta,
Abriendo paso a la naciente adolescencia
Que también, algún día, morirá.
Usurpará al señor un alma eterna.
Zozobrará en la noche inmortal.

1950

(Nota de Fernanda: la cursiva de los últimos versos es mía, colocada al
pasar a ordenador el manuscrito. Me llama la atención la madurez del poema en general, y en especial las líneas
finales, teniendo en cuenta que fue escrito con catorce años)

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