sábado, 25 de octubre de 2008
Por casualidad, buscando en la web material sobre Pablo Neruda para mis clases, encontré ésta en la que aparece en Nueva York con Arthur Miller. Para mi sorpresa, descubro que la pareja que aparece en el fondo son mis padres. Había oído ya varias anécdotas de la época en la que ellos veían a Neruda a diario, pues vivían por ese entonces (finales de los sesenta) en Manhattan y eran amigos desde Chile, cuando años antes mi madre había trabajado con el poeta en la traducción al castellano de "Romeo y Julieta". No sé bien si Neruda pasó semanas, o varios meses, en la ciudad de los rascacielos. Supongo que mi padre podrá contar más detalles de esta época. En todo caso, él se alegró de este casual descubrimiento, ya que no tenía ni idea de la existencia e esta imagen.
Hay algo de humedad y aunque los labios
no emitan ni un sonido, en lo salobre
se apagan las palabras que no se oyen
antes de que las digas en el patio
El triste olor dulzón, que desde abajo
las hojas lentas de calor corroe
cierra mi boca –como mero torpe
que tapa miel, abeja y su trabajo.
Así es que aunque me digas que es humano
y sonrías paciente, no es mi nombre
lo que se está pudriendo, ni hablo en vano
Lo que ahora se anega y se corrompe
en esta hora sucia del verano
es la fe que tenía yo en el hombre.
(Agosto-septiembre 1992)
no emitan ni un sonido, en lo salobre
se apagan las palabras que no se oyen
antes de que las digas en el patio
El triste olor dulzón, que desde abajo
las hojas lentas de calor corroe
cierra mi boca –como mero torpe
que tapa miel, abeja y su trabajo.
Así es que aunque me digas que es humano
y sonrías paciente, no es mi nombre
lo que se está pudriendo, ni hablo en vano
Lo que ahora se anega y se corrompe
en esta hora sucia del verano
es la fe que tenía yo en el hombre.
(Agosto-septiembre 1992)
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